Mortem Ramsland, Cabeza de Perro, Editorial Salamandra 2008.
Traducción de Juan Mari Mendizábal.
“He estado pensando en esa oscuridad desde que abandoné Ámsterdam. He prometido varias veces a mis sobrinos pintar la Cabeza de Perro, pero aun así he tratado de escabullirme, porque había muchos otros seres que se entrecruzaban y entretejían con mi modesta historia.”
Podría parecer una saga familiar cocinada con la receta del Realismo Mágico, podría parecer un refrito de recuerdos de memorias folclóricas sobre el siglo XX. Y en cierto modo, lo es. Pero no se puede reducir a eso, ya que, si sobre el papel marineros, niños orejotas, bosques encantados, homicidios involuntarios y adulterios con bajas de dedos meñiques recurren a los estereotipos populares escandinavos, al final éstos son corrosivamente redondeados por rasgos contrarios: una madre adúltera, sí, pero a su vez una mujer que ha de cargar con un marido alcohólico y una hija deficiente, por ejemplo.
Tres generaciones son retratadas por Asger a través de los relatos que su abuela le va legando en su lecho de muerte. El relato es la representación de un proceso de recepción verbal y su traslado al lienzo por Asger. Asger oye de segundas de una voz poco fiable, y recrea su propia visión. Alemania, Noruega, Dinamarca, Holanda y Groenlandia son los escenarios en que se despliega su vida. La gran virtud de CDP resulta de un habilidoso recursos técnico: Asger es un adulto, pero recuerda a través de una mente de niño. Este punto de vista complejo le permite una ternura descarnada y además, episodios excéntricos (como el simbólico paso a la pubertad en los bosques de Bergen, bajo la Aurora Boreal) que, en caso de exceder lo creíble, son rebajados por boca de otro personaje, normalmente su hermana.
Lo que precipita muchas veces la desgracia es el miedo a ella, lo que provoca el horror de la Cabeza de Perro no es sólo ella misma, agazapada bajo la escalera, sino lo que a lo que se ve abocado el infante por ese miedo. Todos tenemos la sensación de pertenecer a un hilo que se teje entre lo grotesco de lo oculto, de lo no-contado, de lo secreto. A través de flashbacks que se continúan en sentido cronológico, Asger consigue conjurar, en un registro burlesco y satírico, un presente difícil que no engrandece a los suyos. Y por ello mismo, la narración los hace hermosos.
En las antípodas de la frialdad de Richard Ford, que era lo que yo andaba leyendo, últimamente de rigor, Ramsland y su comparsa predican una puesta en escena atolondrada y cautivadora.
Anexo 1
Acerco mi nariz a la suya y comienza a emitir gruñidos de protesta. "!Está fría, qué asco, parece la nariz de un perro!, y se retira acurrucándose al otro extremo del sofá tapándose con una mano. Yo, bastante sorprendida, le pregunto: ¿Y tú cómo sabes si las narices de perro son frías?. Él se hecha a reír con la boca abierta y la cabeza hacia atrás, diciendo: Jopé, pues porque siempre te la arriman.
Anexo 2
En el trabajo cantamos a menudo Cabeza Negra, de Feria, un tema que descubrí en la Rockdelux. Quiero decir, pasamos demasiadas horas juntos y a veces recitamos cosas de memoria. Es pop electrónico, antes llamadas Les biscuits Sales, parecido a Hidrogenesse o a Chico y Chica. Hoy, por inaugurar, he estado sustituyendo las palabras por "Cabeza de Perro".
Cabeza negra, cabeza negra/ Tienes una cara antigua,/ Nunca en mi vida había visto un pelo como el tuyo/ Tienes que teñirte el pelo y depilarte las cejas/ Por lo menos tienes los ojos grandes/ ¿Te echo producto?/ Déjamelo como Kate Moss/ Déjamelo como Brooke Shields/ Eso es imposible/ ¿Te echo producto?/ Ponte un pañuelo o un gorro/ No estoy diciendo que tengas una cara fea/ Tienes una cara... /Me lo corto yo, me lo cortas tú./
¿Qué hago con mi pelo?/ Hago lo que quiero con mi pelo/ Me lo dejo largo/ Me lo dejo largo y me lo corto luego/ Me lo liso y me lo arrizo/ Me lo liso, me lo arrizo y me lo emplancho/ Me lo liso, me lo arrizo, me lo emplancho y me lo abraso/ Te lo cambio.
Las peluquerías de mi pueblo se llaman: Regina, Conchita, Rasgos (que es de caballeros), Naishimi (que es belleza en indio), Schwartzkopf (que es cabeza negra en alemán)
Traducción de Juan Mari Mendizábal.
“He estado pensando en esa oscuridad desde que abandoné Ámsterdam. He prometido varias veces a mis sobrinos pintar la Cabeza de Perro, pero aun así he tratado de escabullirme, porque había muchos otros seres que se entrecruzaban y entretejían con mi modesta historia.”
Podría parecer una saga familiar cocinada con la receta del Realismo Mágico, podría parecer un refrito de recuerdos de memorias folclóricas sobre el siglo XX. Y en cierto modo, lo es. Pero no se puede reducir a eso, ya que, si sobre el papel marineros, niños orejotas, bosques encantados, homicidios involuntarios y adulterios con bajas de dedos meñiques recurren a los estereotipos populares escandinavos, al final éstos son corrosivamente redondeados por rasgos contrarios: una madre adúltera, sí, pero a su vez una mujer que ha de cargar con un marido alcohólico y una hija deficiente, por ejemplo.
Tres generaciones son retratadas por Asger a través de los relatos que su abuela le va legando en su lecho de muerte. El relato es la representación de un proceso de recepción verbal y su traslado al lienzo por Asger. Asger oye de segundas de una voz poco fiable, y recrea su propia visión. Alemania, Noruega, Dinamarca, Holanda y Groenlandia son los escenarios en que se despliega su vida. La gran virtud de CDP resulta de un habilidoso recursos técnico: Asger es un adulto, pero recuerda a través de una mente de niño. Este punto de vista complejo le permite una ternura descarnada y además, episodios excéntricos (como el simbólico paso a la pubertad en los bosques de Bergen, bajo la Aurora Boreal) que, en caso de exceder lo creíble, son rebajados por boca de otro personaje, normalmente su hermana.
Lo que precipita muchas veces la desgracia es el miedo a ella, lo que provoca el horror de la Cabeza de Perro no es sólo ella misma, agazapada bajo la escalera, sino lo que a lo que se ve abocado el infante por ese miedo. Todos tenemos la sensación de pertenecer a un hilo que se teje entre lo grotesco de lo oculto, de lo no-contado, de lo secreto. A través de flashbacks que se continúan en sentido cronológico, Asger consigue conjurar, en un registro burlesco y satírico, un presente difícil que no engrandece a los suyos. Y por ello mismo, la narración los hace hermosos.
En las antípodas de la frialdad de Richard Ford, que era lo que yo andaba leyendo, últimamente de rigor, Ramsland y su comparsa predican una puesta en escena atolondrada y cautivadora.
Anexo 1
Acerco mi nariz a la suya y comienza a emitir gruñidos de protesta. "!Está fría, qué asco, parece la nariz de un perro!, y se retira acurrucándose al otro extremo del sofá tapándose con una mano. Yo, bastante sorprendida, le pregunto: ¿Y tú cómo sabes si las narices de perro son frías?. Él se hecha a reír con la boca abierta y la cabeza hacia atrás, diciendo: Jopé, pues porque siempre te la arriman.
Anexo 2
En el trabajo cantamos a menudo Cabeza Negra, de Feria, un tema que descubrí en la Rockdelux. Quiero decir, pasamos demasiadas horas juntos y a veces recitamos cosas de memoria. Es pop electrónico, antes llamadas Les biscuits Sales, parecido a Hidrogenesse o a Chico y Chica. Hoy, por inaugurar, he estado sustituyendo las palabras por "Cabeza de Perro".
Cabeza negra, cabeza negra/ Tienes una cara antigua,/ Nunca en mi vida había visto un pelo como el tuyo/ Tienes que teñirte el pelo y depilarte las cejas/ Por lo menos tienes los ojos grandes/ ¿Te echo producto?/ Déjamelo como Kate Moss/ Déjamelo como Brooke Shields/ Eso es imposible/ ¿Te echo producto?/ Ponte un pañuelo o un gorro/ No estoy diciendo que tengas una cara fea/ Tienes una cara... /Me lo corto yo, me lo cortas tú./
¿Qué hago con mi pelo?/ Hago lo que quiero con mi pelo/ Me lo dejo largo/ Me lo dejo largo y me lo corto luego/ Me lo liso y me lo arrizo/ Me lo liso, me lo arrizo y me lo emplancho/ Me lo liso, me lo arrizo, me lo emplancho y me lo abraso/ Te lo cambio.
Las peluquerías de mi pueblo se llaman: Regina, Conchita, Rasgos (que es de caballeros), Naishimi (que es belleza en indio), Schwartzkopf (que es cabeza negra en alemán)
1 comentario:
Esto, mi amadísima Mercedes Díaz Villarías, es, exactamente, lo que esperaba que ocurriese. El recorrido atrapado en sí mismo fuera espiral concentrándose en la densidad de un nuevo punto/origen(/inflexión).
.
(la caja ya ha llegado. está en aduanas. deséame suerte)
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