Fritz Lang
Producción: Erich Pommer
Guión: Fritz Lang, Thea von Harbou
Música: Moroder
Fotografía: Karl FreundGunther Rittau
Reparto: Brigitte Helm, Gustav Fröhlich, Alfred Abel, Rudolf Klein-Rögge
Alemania, 1927, 210 min (premiere alemana) 123 min (restauración año 1984) 92 min (versión EEUU año 1927), UFA
Ando leyendo El Cazador de Autógrafos, de Zadie Smith, y dándole vueltas a ese tema de las segundas generaciones de inmigrantes. Zadie Smith fue portada con 25 años de todos los dominicales en 2000 con Dientes Blancos.
La última semana en el trabajo no puedo definirla exactamente como buena, y en mi mente se superponen imágenes del mundo maniqueo de Metrópolis, escrito por Thea Von Harbou y llevado al cine por su marido, Fritz Lang. Un mundo repartido en dos espacios físicos, el subsuelo y la superficie, que corresponden a obreros y dirigentes, a Bien y Mal. Esta película, cuyo montaje de los estudios he visto múltiples veces (era una de las que incluía mi tesis), adolece de falta de ambigüedad y originalidad en su planteamiento del “El Doble”, como escribiría H.G. Wells en Cómo marcha el mundo. Conjuteras y pronósticos sobre los años venideros:
“He visto recientemente la película más necia que puede imaginarse. Creo que no es posible hacer otra cosa más tonta. Y como tal la película pretende mostrar “cómo marcha el mundo”, juzgo que en estos artículos míos puedo muy bien hacer referencia a esa obra cinematográfica (…) Los robots de Capek1 surgen de nuevo, sin permiso ni excusa, y aquel desalmado monstruo mecánico de Mary Shelley, que ha servido de patrón para tantas invenciones alemanas, alienta una vez más en medio de la confusión. Originalidad, ninguna. Independencia de pensamiento, nada.”
Excepto por un detalle: se trata de un robot-mujer. Y parte de los problemas que genera se deben a que no se atiene a los dos únicos papeles asignados en la sociedad para ella: Santa (una María que es una gurú religiosa de niños entre los obreros) o Puta (Hel, la bailarina de burdel). Existe entre el héroe de la cinta, hijo del “director” de la ciudad Metrópolis, y María una atracción que es lo que verdaderamente provoca simpatía en el espectador. Hel, la robot, seduce no sólo físicamente a los hombres, sino políticamente a la ciudad, como una gran muñeca del carisma. Su peligro reside ahí: al peligro de lo “Artificial” se une el riesgo de aunar Dictadura y Feminidad. No hay peligro, nos dice Thea en el libro, en que la ciudad haya dispuesto señoritas de compañía a servicio de los dirigentes de la ciudad, pero ¿qué pasaría si otorgamos a estas voluntad de poder?:
“Siervas bien entrenadas, cuyo adiestramiento exigía más tiempo que el destinado a una nueva especie de orquídeas. Su tarea principal consistía en mostrarse siempre deliciosas y alegres. Con ropas encantadoras, rostros maquillados, ojos cubiertos por una máscara, coronadas de pelucas blancas como la nieve y fragantes como flores, parecían delicadas muñecas de porcelana y brocado, deliciosos presentes creados por una obra maestra.”
Hace tiempo que leí Dientes Blancos, pero si haya algo que recuerdo, es el afán de la protagonista por tener el pelo liso. Por tener el fenotipo del grupo social dominante. Si hay algo que recuerdo es el estatus entre las niñas de María Inmaculada según si tu piel era más blanca, tu cintura más estrecha (en todos los sentidos, me temo), tu dicción más perfecta. No hay nada, creo que me haya enganchado tanto este corto invierno como la serie Madmen, donde las impecables e imponentes secretarias de una agencia norteamericana de publicidad de los 50 intentan, por su bien, convencer a una chica de barrio para acomodarse a sus prácticas. A menudo me viene a la cabeza esa reina de las secretarias con las tetas cónicas hablándole en el cuarto de café a un desmaquillado patito feo sobre su presencia física, intentando ayudarla para que suba en el ranking social de la oficina. Y la respuesta:
-Déjame en paz, soy la única mujer que ha escrito un texto en esta empresa desde que acabó la guerra.
En el Círculo de Bellas Artes de Madrid proyectaron el mes pasado un ciclo para guionistas. La versión de Metrópolis que pusieron fue la de 1984, con rescate de escenas y música ochentera. Freddie Mercury, separados Queen, se apuntó a crear la canción “Love Kills” con Moroder.
Cierro esta entrada con la imagen mental de Mercury en el vídeo I want to break free. Un muchacho de Zanzíbar, hijo de parsis, con un perfecto acento británico, cantando con el lápiz de labios impecable y una falda de vinilo mientras pasa la aspiradora.
Pero sobre todo, con bigote.
19 de abril de 2008
Metrópolis vs Freddie Mercury
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6 comentarios:
Ese es el mayor de los triunfos posibles. escapar de los condionantes ambientales. escapar, en todos los sentidos, de las potencias asignadas de/a ti.
la mayoría de los hombres sigue teniendo un pánico crval a las mujeres. sigue prefiriendo a las inocuas flores de inverdadero. domsticas. solícitas. dispuestas/ansiosas a/por ser completadas. un marido y un jardín.
la nueva Eva es el nuevo Hombre.
vaya, que ensayo más imaginativo, la imagen de mercury impagable. Ay, le adoraba tanto cuando era niño.... y me resultaba tan extraño leer que organizaba fiestas con enanos que llevaban sobre la cabeza bandejas repletas de farlopa..
besos!
Reescrituras.
http://youtube.com/watch?v=8BTKnD4R_g8
Qué grande el bigote de Mercury!! Me gustó, como siempre.
Estuve el jueves pasado viendo a Sidonie. Conciertazo increíble. Son la hostia. Pero el mejor es el Rey Girasol Cros, sin duda.
Besos
Dios mío, llevo diciendo "la tengo que ver" desde hace 6 años o así... pero nunca la tiene nadie y nunca me acuerdo de ponerla a descargar (la versión de Lang, claro).
Me lo apunto en mi agenda mental de cosas para (no)hacer en esta semana-puente inventado.
Mi memoria te da las gracias. ;D
Véanla, véanla.
Yo les invito a que pasen y opinen :-)
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