18 de julio de 2014

amor.txt, David Refoyo.

La descriptio, tanto para latinos y griegos como durante el Medievo, era por definición panegírica y su fin era ensalzar determinados paisajes, obras de arquitectura u obras de arte. El perfil de amor.txt se conforma al trasluz de un paisaje en movimiento, lo que un teórico del arte como Wölfflin denominaba "la vida íntima del arte": la forma configura un mensaje y el mensaje conforma una figura.
Amor.txt no es un libro fácil de analizar. El texto fluye, por un lado, en una narración vaga que se diluye como el viaje, mientras por otro lado se citan motivos concretos (cosas) como cafeterías de carretera, programas informáticos o aplicaciones para móvil, un paisaje sin identificación concreta, sin concepto-límite.
Parece ser la idea el enfoque a un espacio abierto: el yo en el paisaje y en el contexto social: ¿qué busca el hombre en el paisaje y en los demás que escapa a sí mismo? La otredad líquida de las carreteras y las autopistas digitales, de un entorno natural que dejó atrás lo estrictamente natural para ser sobrehabitado con lo cultural. No existe ya el paisaje puro, parece ser la dirección del texto, no hay ya un paisaje sin hombre. No existe el paisaje sin protagonista tal como aparece en la pintura en el XVIII y en la literatura hasta el XIX.
El argumento de la obra es claro: si la comunicación se ha vuelto una red proteica infinitamente variable, su paisaje es un fondo que varía en continuo movimiento. Si en la mayoría de las obras poéticas el complemento no para de ser un "lejos", en amor.txt el paisaje es una fuga: el objeto mismo de la contemplación. Huidizo, pero convertido en obra de arte al intervenir el sentimiento humano.
Como en la evolución de la pintura flamenca, en el entorno urbano globalizado actual los rasgos que individualizan al ser humano se hacen paulatinamente romos, el espacio que ocupaba la personalidad, y por ende lo humano, se ha visto reducido. No existe el proyecto personal, no existe el arte ideal, no hay lugar para la espiritualización. El paisaje ya no es un microcosmos contra el cual se mide el hombre, sino un macrocosmos indefinido que le aliena.

A lo largo de los versos la movilidad se va escribiendo como un proceso evolutivo del discurso. En el recorrido de la descriptio, lejos del panegírico citado a inicios de este artículo, no hay espacio que no haya sido tocado o afectado por la intervención. No hay exotismo, porque ya no hay mundo desconocido. El locus amoenus es una reproducción corporativa convencional. No se cree ya en ese oasis que interrumpa nuestro trayecto como en La Eneida, la Divina Comedia, el Orlando Furioso o As You Like It. La idealización de lo amable en los centros comerciales y las estaciones de servicio resulta más alineadora que la idealización de lo terrible, al modo de Friedrich. En el mundo global, solo hay un tranche d´espace. Las cosas que aparecen a través del cristal del coche o la pantalla son así seleccionadas para convertirse en "asuntos". Cosas que empiezan por ser cosas y por acumulación verbal y su relación con otras cosas son convertidas en asuntos. Amor.txt parece decir, como Prosa del transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia de Cendrars, que en los trayectos no hay ética ni trascendencia, solo una posibilidad de llevar el ritmo a través de una morfología de movimiento y temporalidad.

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