18 de abril de 2009

Julián Cañizares vs Astrud, Astrud vs Gilgamesh (2)

Me estoy aburriendo de leer. He acabado con Jonathan Coe, con Capote, con Auster. Me he dado a Gilgamesh (traducción de Jorge Silva Castillo) y les relato sus aventuras en versión albaceteña a mis compañeros de trabajo. Cada día hacemos un previously y un capítulo. Con casi 5000 años de antigüedad, es un libro muy divertido: dioses y humanos no siempre acaban bien. Dan ganas de hacerse un cómic. Y no sé si es el mal tiempo, pero tengo la sensación de que la literatura de hoy está llena de homenajes apoteósicos, exposiciones, y candidaturas a Ciudad Europea de la Cultura. Es el regreso a la literatura en su forma clásica: aniversarios, centenarios, ajustes de cuentas. El otro extremo, los congresos megapunkis de ultramodernidad y posttodismo empieza a parecerme sospechosos. Me parece algo así como un cóctel de perros, donde la gente va olisqueándose sin el mínimo pudor.  Incluso este blog empieza a parecerme sospechoso.

Veamos: Gilgamesh es un tipo que maneja el cotarro en una de las ciudades entre el Tigris y el Eúfrates. Eran ciudades independientes, ciudades-estado, que se manejaban intercambiándose excedentes y que una vez que les fue lo suficientemente bien empezaron a fostiarse. Gilgamesh es sumerio. Sumerio significa "cabeza negra", como Schwarzkopf (esto lo aprendí en una canción de Feria). Los sumerios creían que habían una especie de parlamento de dioses que decidían todo lo que ocurría por decreto, y que había un infierno, y que todo el mundo iba al infierno una vez palmaba (a no ser que un buen decreto te salvara el culo). Entonces, lógicamente, los tipos-cabeza-negras eran unos fatalistas, dado el pesimismo que les suponía la total intrascendencia del ser humano. Pero Gilgamesh mola porque siendo humano y sabiendo esto, es divertido, se arriesga. Cuando su colega Enkidú se deprime en el aburrimiento de la ciudad, le propone irse de shopping (se calzan 36 kilos de espadas) y en busca del monstruo del bosque de los cedros. Lo que le dice es "¿Quién puede alcanzar el cielo, amigo mío? Sólo los dioses moran en el cielo, eternamente" (tablilla III, col. IV, versos 140-141). Y cuando su amigo muere, Gilgamesh toma aún mayor conciencia de la intrascendencia humana: entonces va al submundo atravesando las agua de la muerte, en busca de la inmortalidad, pero fracasa y tiene que volver a Uruk. Al borde del océano cósmico una tabernera intenta que Gilgamesh tire la toalla:

Gilgamesh, ¿hacia dónde corres?/ la vida que persigues, no la encontrarás./ Cuando los dioses crearon a la humanidad,/ le impusieron la muerte;/ la vida, la retuvieron en sus manos. /!Tú, Gilgamesh, llena tu vientre, día y noche vive alegre;/ haz de cada día un día de fiesta;/ diviértete y baila noche y día!/ Que tus vestidos estén inmaculados, lavada tu cabeza, tú mismo estés siempre bañado./ Mira al niño que te tiene de la mano./ Que tu esposa goce siempre en tu seño./ !Tal es el destino de la humanidad! (fragmento Meissner MVAG 7/1 : VAT 4105, col.iii)

Pero tengo ahí un libro, chicos, que cada vez que me acerco a releer, me da puro miedo. Un libro muy esperado, podríamos decir. Se trata de Sustituir Estar de Julián Cañizares, DVD. Un libro muy delicado, una nueva propuesta que no parece una nueva propuesta, un análisis de los mecanismos y estrategias que posibilitan vivir. La segunda parte habla de cómo la vida es un continuo ejercicio de sustitución, silencioso, con una mareante falta de solidificación y una gran interrogante existencial. Como en la canción de Astrud, el mismo ejercicio de autorreflexión sobre la naturaleza vital es un cadáver, un juego decorativo consciente, una decoración.

Para Ernst Fischer, el ser humano necesita identificarse en función de querer trascender, ya sea con las canciones de Astrud o con Gilgamesh: ser él mismo, pero mejor. Dado que los sumerios que crearon el mito de Gilgamesh no creían más que en un infierno ineludible al final de sus días, su objetivo parece ser el de ayudar a superar a los individuos de Uruk su singularidad, el sinsentido en que se desarrolla la vida mortal frente a la de los dioses. Los sumerios buscaban en el arte elevarse por sobre su realidad y encontrarse con su colectivo: una necesidad ontológica. Llegados al siglo XXI, nos encontramos en un sinsentido parecido o mayor, ya que ni siquiera en el marco de un infierno cobramos sentido: sólo tenemos sentido ante nuestro propio e individual esquema de valores, sin dioses con los que medirnos.

(Continuará)

4 comentarios:

Héctor Castilla dijo...

Apoyo la moción, el libro de Julián también me parece espectacular. El caso es que aun habiendo leído críticas (a veces, feroces) contra algunos de los poemas, me da todo cada vez más igual; estoy convencido por comprobación de que esto no es más que un circo, así que para lo único que me interesa este medio es para expresar libremente mi opinión y para que se conozcan los logros de los amigos / conocidos...y eso ya es bastante.
Y lo de siempre: al que no le guste, que no entre en el blog o que se vaya a la mierda, directamente.
Espero que todo vaya bien.
Besos.
H.

Anónimo dijo...

me encanta leerla. sus textos son regalos para el intelecto, actualizaciones de mi software sin clave de acceso. exquisito gusto musical y literario que entrelazas con gran armonía y sabiduría.
le hago una recomendación musical que ha sido mi último hallazgo.
lambert & nuttycombe "at home"

aquí lo puede descargar:

http://lysergia.blogspot.com/2007/09/lambert-nuttycombe-at-home-1970.html

el blog se llama Garden of Delights


http://www.fotolog.com/caza_suspiros

mi fotolog, donde hago el pino para luego caerme. hasta pronto.

damián málaga besos.

eme dijo...

Hola Hache,
las críticas feroces sólo lo son si están fundadas, un besaco y a lo nuestro :-)

Gracias damián, me voy a dar una vuelta por tu casa.

Anónimo dijo...

Para disfrutar de la lectura del libro de Julián, hay que leerlo despacito, sin prisas. Te encontrarás con una poesía diferente pero que te cala y llega donde tiene que llegar. Ya quisieran muchos captar y describir sentimientos y acciones como lo hace él. Tan simple y de forma tan sencilla, pero genial. Insustituible.

 
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