Unos catorce años después de ser anunciado por Axl ha salido a la venta Chinese Democracy, bajo la marca Guns n´ Roses, adquirida por el cantante tras la ruptura del grupo. El retraso permanente y su anuncio año tras año en las entrevistas hizo que la bebida Dr. Pepper apostase a que ese disco jamás vería la luz. Que hubiese sido lo mejor. Porque querido Axl, no te has dado cuenta de que desde 1995 NO EXISTEN LOS SOLOS DE GUITARRA. Reconozco haber sido fan. Reconozco que a la chicas de instituto nos gustaba Bonal porque tenía una camiseta del Appetitte, o Alfaro porque caminaba igual. Yo acumulaba con orgullo todo tipo de merchandising, y lloré cuando se suspendió vuestro concierto del 93. He pasado horas pintado a plumilla los postres de la Kerrang. He comprado vinilos vuestros, y me gustaba especialmente aquella foto de la época del vídeo Welcome to the Jungle que venía en el interior del Lies, con el pelo cardado. Porque eso eráis. Eso eras, Axl. Ya pasados de moda en los 90, pero dentro del discurso de la ferviente y apasionada ebullición de un niño paleto que cae en Los Ángeles para buscarse la vida. Empleabais parte de vuestra energía en generar microdebates facilones sobre la Guerra Civil, la libertad de prensa, la inmigración, la prostitución o las drogas. Actualizasteis un discurso de rocanroleros, de orientación catártica, que calmó a los niños disfuncionales antes de que Kurt Co os jodiera el invento y diese con la interpretación de esa angst de los consumidores púberes. No era rabia, era aburrimiento. Pero chico, imitar los fundamentos epistemológicos y los recursos que usaste entonces no tiene sentido ahora. A cierta edad uno no debería pretender dotar a la sociedad pangeica de un sistema de pensamiento rebelde que apele a viejas y manidas quejas metasociales. Si yo hubiera sido tu consultora habría encajado mejor esto: nadie quiere un ex-cantante de éxito imitándose a sí mismo, porque la gente que entonces te escuchaba son ahora pequeños mileuristas que sobrevivieron a la desidia del grunge, que ya no se casan con ninguna tribu musical, sino que combinan y conocen mucha música en sus pequeños ipods, sin complejos. Todos nosotros habríamos querido oírte sincero, como vieja diva, hablando de lo solo que te sientes en tu mansión, de cómo has engordado, de qué canales de teletienda prefieres, etc. No es correcto que te autodefinas de modo mítico, ni que verbalices un falso diálogo yo-tú para establecer reproches como “yo sé que tengo una luz, tú me maltrataste”. Este intento de hablar de ti mismo desde la otredad no es más que una escenificación de tu hiperbólica vanidad: te has olvidado de ese chico que bajaba en la parada de autobús de la gran ciudad con un palillo en la boca. El gran adversario para ti siempre ha sido este momento de indiferencia occidental, esta fase de inapetencia, de síntesis displicente tras el idealismo neutralizador de la otredad que conlleva la interiorización de Hegel. Has olvidado la interacción entre mundo y mente. Este álbum parece sólo un producto mente-mente. Sigues cantando sobre Stephanie Seymour, aunque os divorciasteis hace más de diez años, copias continuamente November Rain o te tiras por el victimismo de This is love en un tema que está entre un número de Liza Minnelli, el fin de una peli de Walt Disney y la banda sonora de Jesucristo Superstar. Hasta incluyes una canción titulada El Guardián entre el Centeno. Wo. Hace años pensé que algo debía de contener ese libro para que todos aquellos francotiradores (el de Kennedy, el de Warhol, el del papa, Charles Manson) lo citasen como libro favorito. Hoy sé que es, simplemente, un libro obligado en la docencia escolar en Estados Unidos.
17 de enero de 2009
Axl Rose vs Guns ´n Roses
11 de enero de 2009
New Order
Todo bien, entonces, para uno de los discos que más he escuchado.
Todo bien, claro, si esto no fuera New Order.
Todo bien, si no fuera como tirar por el retrete las cenizas de Joy Division, el Madchester que no conozco, los acordes de Love will tear us apart y Crystal. Si no se hubieran presentado en el Summercase del 2006 en chándal de tafetán.
Pero eso, ¿a quién puede importarle en el siglo XXI?
9 de enero de 2009
Joy Division vs New Order
Dejando claro mediante las voces de los propios protagonistas que lo que pasó allí era un fenómeno espontáneo y involuntario de arte derivado de la imitación de los Sex Pistols y el contexto, sorprende saber que excepto Ian Curtis, eran todos unos paletos sin interés por la música o la prédica de sus propias letras (que reconocen no haber escuchado hasta años después), empeñados en hacer el mayor ruido posible.
Genial.
Anexo 1
Voloshinov, siguiendo a Batjin, estudió cómo se trasmitía el discurso ajeno. Es interesante observar cómo crece el género del documental, ver esos reportajes de la BBC sobre los grupos muertos, cómo aislan las tendencias, principales y constantes, del la percepción pública del discurso ajeno. Si aceptamos que la acción de citar (entendida en sentido amplio) constituye una de las actividades principales de la vida del lenguaje es bonito analizar cómo se percibe y elabora el discurso de/sobre una entidad (un grupo, un cantante, un actor, un escritor). Las tendencias perceptivas (por ejemplo el grunge) se sedimentan hasta cierto punto y son por tanto reconocibles, reproducibles. Hay un conjunto de ideas, de imágenes, de modos, que pueden re-presentar ese discurso, como se re-presenta una vez y otra una obra de teatro.
Los documentales establecen modelos estables de transmisión de algo que ha regulado las tendencias, poniéndolas de nuevo en circulación.
Lástima que el del Nevermind de Nirvana para la BBC fuera tal mierda.
Continuará
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